Saturday, February 13, 2010

Fantasía IV

Giovanni-Zuin




No lo podía creer, ver esa delicada y delgada mano recorrer los sedosos vellos negros, aplanándolos como un suave viento que inclina los campos de trigo, le despertaban sus más profundos deseos. La fantasía hecha realidad. ¿Cuántas veces soño esa situación en sus años universitarios, en la soledad mitigada por libros de matemáticas? ¿Cuántas veces mojó su cama con sólo recrear esa imagen? !Y ahora la tenía frente a él ¡ Ella le había regalado ese espectáculo con la naturalidad con que el mar y el sol regalan el bello atardecer. En medio de besos furtivos y caricias candentes, en delicada y elegante retirada, le pidió sentarse con los ojos cerrados en el sillón de en- frente. Y cuando le ordenó que los abriera, ella se encontraba arqueada, acariciándose en medio de sus piernas. Un golpe de adrenalina sacudió todo su cuerpo, inmediatamente cayó en trance, sus ojos fijos no perdían ningún detalle de esa caricia de autocomplacencia, de puro amor propio, de querer sentir la maravillosa sensación gestada quizá en una supernova. Hipnotizado acariciaba ese cuerpo con su mirada, ese cuerpo que ondulaba por la íntima caricia. Cuerpo enardecido por saberse visto y sentirse deseado. El viento iba y venía formando nuevos patrones en ese trigal negro y abundante, en cada ventizca una brisa parecía mojar los vellos centrales que ya vencidos por la humedad, dibujaban un surco exhuberante. De esa hermosa aber- tura poco a poco afloraba un capullo de pétalos. Cada nivel del capullo con su tonalidad mostraba la cercanía al secreto más sublime. Las ventizcas crecieron suavemente y la ligera presión, casi imperceptible en esa entre- lazada humedad, hacían que el secreto emergiera repentinamente en breves tintineos. El perdió la noción del tiempo cautivado por los destellos rosas, un cosquilleo le recorrió todo el cuerpo, un caudal que concentra toda la energía del universo con misteriosos recorridos se dirigian hacia la cima de sus deseos. No supo más de sí, el punto del colapso explotó en una blancura adolescente, tierna, sincera, sin máscaras, espontánea, blancura delatora, blancura de garzas en los manglares de Campeche. Y mientras esas intensas ganas salían sin consideración, se escucharon gemidos provenientes del mar ondulante femenino, sonidos de placer que aumentaban su frecuencia e intensidad al máximo, hasta que las olas pararon para convertirse en un apacible lago.

-Canis Lupus Baileyi

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