Monday, January 10, 2011

Tacto

Perla llegó ese día temprano, tenía apenas dos meses de estarme ayudando con el aseo de mi casa. Cuando abrió la puerta yo no acababa de levantarme, así que con un poco de pena saludó y se disculpó al verme aun acostado. Le dije que no se preocupara que era buena hora, pero que dado que no tenía trabajo ese día, había decidido estar más tiempo en la cama. Ella se apresuró a hacer el aseo, su primera actividad era poner la ropa en la lavadora para que mientras ésta trabajaba ella realizara en paralelo el resto de las actividades. Al recoger la ropa se acercó a la cama pues al lado en el suelo estaban mis calzoncillos. Me preguntó si quería que también los metiera a la lavadora a lo que respondí afirmativamente. Yo estaba completamente desnudo debajo de una sabana pues en esa época de calor, era lo único soportable. Cuando ella regresó de poner toda la ropa en la lavadora, le pedí que se sentara a un lado de la cama, a lo que ella accedió un poco temerosa. Le dije que le haría una prueba de sensibilidad. Le pedí que cerrara los ojos y que me prestara su mano. Le anuncie que pasaría su mano por varias texturas y que ella me diría que era lo que estaba tocando. Lleve su mano a mi pelo, a mi nariz, a una oreja, a mi mentón, a mi pecho y ella respondía de manera correcta. Comenzó a extremecerse cuando llevé su mano a mi vientre y a mi ombligo, quizás sabía que era, pero el nerviosismo no la dejo hacerlo. Entonces, coloque su mano arriba de mi falo cubierto por la sabana, y ella lo presionó solo un poco para detectar de que se trataba, exclamando: ohh, pero no atinó a decir más. Comenzaba a excitarse, notaba su respiración entrecortada y la erección de sus pezones se adivinaba bajo su blusa. Entonces rápidamente quité su mano de ahí y la volví a llevar a lugares menos atrevidos. Mientras hacía esto, me quite la sabana dejando mi falo al descubierto, y entonces volví a llevar a su mano para que me lo tocara. Al primer contacto ella se retiró instintivamente, pero evite que se alejara y le ayude a recorrer la extensión de mi erección, hasta dejar que ella sola lo hiciera, entonces comenzó a exclamar sonidos que parecían querer describir con placer lo que tocaba. Ella no pudo más y abrió sus ojos para descubrir como su mano acariciaba mi falo erecto. Me vió a los ojos con una mirada de pena, culpa y placer, pero logré notar en su rostro rojo, mucha excitación. Me da pena exclamó, ¿Porqué me hace esto?, ¿Qué va a pensar ud de mi? y trató de retirarse, pero le dije que no había de que apenarse, que si le gustaba que lo siguiera haciendo. Ella ya sin control exclamó, si me gusta y me gusta demasiado, y comenzó a lamerlo con su lengua y a introducirlo en su boca…

Canis Lupus Baileyi