Saturday, January 23, 2010

Escalada

Alejandro Zeker



Esa noche, amor, de espaldas, mi piel desnuda tus manos presentía: aún antes de tocarme se erizaba y me estremecía ante su cercanía...
Tus manos amor (no recuerda mi piel otras más diestras), se deslizaban suaves a veces, firmes otras.
Ahí, donde la espalda se disipa, me hacían sentir lo que sobre la sábana ocurría: algo dormido hasta entonces despertaba.
De frente, amor, fueron en mis pechos tus caricias una violenta posesión, muy excitante. Tus manos resbalaban firmemente con una urgencia tal que en su prisa me envolvían.
Pero amor: tus manos recorriendo mis muslos y rozando apenas mis ingles... cada vez que distraídas se acercaban, tocando escasamente entre mis piernas... más de una cosa en mí se iba inflamando.
Esa danza de tus manos en mi cuerpo provocó de violetas nebulosas explosiones llevándome al sitio que visito en mis meditaciones.
De sensaciones en constante asenso era un vaivén: los sentidos hallaban un descanso cuando tus manos se alejaban de ese sitio, y he aquí que al acercarse nuevamente, su alteración era mayor que la de antes.
Amor: no quería detener esa escalada, quería conocer su desenlace. Hubo un momento, sin embargo, en que mi cuerpo no supo resistir tu tiranía.

-Ámbar

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